Hola a todos, no me había olvidado del blog, al estar de vacaciones ando visitando museos de mi ciudad, y después, os mostraré algo que, tiene que ver con el mundo escolar antiguo y yo, y éste blog.Pero, ahora concentrémonos en nuestro amigo y gran aportador Jorgito, que ha enviado la segunda parte de su relato, que ya expuse aquí con anterioridad :
EXPERIENCIA DE INTERNADO
Como habéis visto, el COLRED es un edificio de varios pisos y
las aulas de clase están solamente en el primer nivel. ¿Qué habrá en los pisos superiores? Era la
pregunta que nos hacíamos entre chavales y que pronto descubriríamos.
INSTRUCCIONES Y PREPARATIVOS
Pues bien, ya os he contado que al llegar al tercer grado de
bachillerato, entre los 12 y 15 años de edad, empezaba la disciplina y estar de
internos facilitaba domar esa rebeldía de adolescentes. “La letra con sangre entra” era la premisa
que guiaba los destinos de los chavales de colegio…
Nos citaron para el primer fin de semana con lunes festivo, por lo que serían 4 días
de experiencia. Debíamos ir el viernes
muy bien uniformados y llevar como equipaje artículos de aseo (jabón, crema
dental, cepillo para dientes, peinilla, corta uñas, alcohol y una máquina de
afeitar), y traje de gimnasia, útiles escolares (cuadernos y libros, lápiz y
borrador) No podíamos llevar nada más.
Juan preguntó en clase dos cosas que le costaron una buena
zurra: Preguntó por pijama y para qué la máquina de afeitar. Luego de pasarlo al frente de la clase le
dijeron que esa era la lista y punto.
Que ni una cosa más ni una menos.
El maestro y director de grupo le hizo poner las manos al frente y con
una regla de madera le pegó 15 veces en cada palma de las manos. ¿Te quedó claro López? Ahora bájate los pantalones que vamos a
asegurarnos que no lo olvidarás y le dieron unas buenas nalgadas.
¿Alguien tiene más pregunta?
Pero nadie dijo nada.
Era martes y el viernes deberíamos ir con todo listo.
EL INGRESO
El viernes llegamos con nuestro equipaje. Éramos 26 chicos en el grupo, que pasaríamos un
fin de semana muy especial y que
volveríamos más obedientes y menos traviesos.
Nos iban a enseñar a respetar y a cumplir órdenes.
Entramos y nos pusieron en fila. Inmediatamente fuimos conducidos hasta el
último piso, el cual estaba lleno de habitaciones numeradas que ellos llamaban celdas.
En cada celda había dos camas, un pequeño nochero junto a
cada cama, un lava manos y un baño sin puerta.
Al final del piso estaban las duchas, que no eran
individuales y tampoco tenían puerta.
Pues bien, nos asignaron las celdas según el número de lista
(1,2 celda UNO; 3,4 celda DOS, etc. Hasta 25,26 celda 13). A mí y a mi compañero Hernández nos
correspondió la Celda # 5.
INSTRUCCIONES INICIALES
Fuimos conducidos a un salón donde nos indicarían las normas
del internado. Allí nos sentamos y
llegó el director a indicarnos las normas.
El director era un muchacho de
unos veinte años a quien nunca habíamos visto, con porte muy serio y cara de ser muy
malgeniado. Entró, nos pusimos en pie y
secamente nos dijo:
-Siéntense
-Este lugar es de mucho orden y obediencia.
-El desayuno es a las 6:45 a.m., el almuerzo a las 12:30 p.m.
y la cena a las 7:30 p.m.
-RÉGIMEN DE SILENCIO: Por ningún motivo podréis hablar a no
ser que se os ordene.
-DUCHA: Debéis ir a las duchas a las 4:30 de la mañana con
los artículos de aseo y la toalla. Iréis completamente desnudos.
-EJERCICIO: A las 5:30
os presentareis en la cancha vistiendo el uniforme de gimnasia. La calistenia durará hasta las 6:15. Os bañareis de nuevo y con el uniforme de
diario iréis a desayunar al comedor. En
el aula recibiréis clase a partir de las 8 de la mañana.
CONTINARÁ
SEGUNDA PARTE
Nos dijeron que fuéramos a la cancha en uniforme de gimnasia
en 6 minutos.
La cancha era toda en tierra y estaba mojada, pues había
llovido. Fuimos y nos dijeron que
jugaríamos un partido de fútbol por lo que los 26 chicos nos deberíamos dividir
en dos equipos como efectivamente lo hicimos.
Cada equipo debería nombrar un capitán. Llamaron a los capitanes y a suerte jugaron
algo. Nuestro equipo perdió el
sorteo. Se jugó el saque y la camiseta.
Los perdedores (nosotros) jugaríamos sin camiseta.
Fue un partido muy intenso y quedamos muy sudorosos. Y sucios
por la cancha mojada y una que otra caída.
“Id a vuestras celdas.
Tenéis 10 minutos de descanso y después debéis ducharos. Recordad que a las duchas iréis desnudos. No
olvidéis que estáis en régimen de silencio y en el partido algunos
hablaron. Esta vez no se os castigó pero
si volvéis a hablar o a quejaros, la pagaréis muy caro”. Así fue y mientras íbamos a ducharos el
director nos observaba cuidadosamente.
Después de ducharnos nos convocaron como estábamos, desnudos,
a un aula sin sillas. Allí el director
se dirigió al grupo de tímidos chavales sentados en el piso: “Os he observado y
la mayoría no tiene el aspecto de niños que deberíais. En seguida arreglamos eso. Alistad la máquina de afeitar y el alcohol y
esperad a que se os llame. Permaneced
desnudos.”
A esta edad ya teníamos vello púbico y eso era lo que
arreglarían. Después de una hora y
cuarto fui llamado desde el
pasillo. Fui y me hicieron caminar tomándome
de mi oreja izquierda. Me hicieron
caminar bajando dos pisos. Al llegar al
piso me vendaron y así fui conducido a
un salón donde harían el trabajo…
A entrar una ruda voz dijo:
--“Debes tener frío.”
Asentí con mi cabeza.
-“Ya te calentamos”
Y ZAS fui zurrado 4 veces en mis nalgas desnudas y me
pusieron en un aparato muy incómodo donde mis bolas quedaron expuestas para ser
afeitadas. Me afeitaron completamente y
me echaron alcohol el cual ardía mucho.
Era una sensación dolorosa pero
placentera al mismo tiempo.
Todos los chicos afeitados en nuestras partes nobles y
desnudos quedamos en el aula. Ya iba
siendo la hora de la cena, por lo que nos ordenaron vestirnos con el uniforme
de diario para ir al comedor.
Mientras cenábamos, en completo silencio, le dijeron a un
chico que debía hacer la lectura y le entregaron un aburrido libro.
Mario se atragantó y tosió, lo que le costaría caro. “Irrespetuoso! Habéis interrumpido la
lectura. Venid acá!”
Mario fue tímidamente y lo zurraron. Primero sobre su uniforme y luego le fueron
denudando para continuar zurrándolo.
Como todos, completamente afeitado en las partes nobles.
Mario se sentía humillado y apenado por estar desnudo ante el
grupo. Esta era una escena normal, pero
ser el protagonista era un tema complejo.
Nos mandaron a estudiar durante una hora y luego deberíamos
acostarnos. Estudiamos en ese régimen de
aburrido silencio y luego fuimos a las celdas a dormir. No podíamos dejar que el uniforme se arrugara
y no nos habían permitido llevar pijama, por lo que nos tocaría dormir
desnudos.
La cama tenía solamente una delgada cobija y nos tocaba
desnudarnos delante d compañero de cuarto, perdón, de celda. A las 9:40 las luces fueron apagadas externamente, luego de un toque de
campana.
Sería una larga noche.
CONTINUATRÁ